La autora británica J.K. Rowling alguna vez dijo que “El fracaso es muy importante. Hablamos de éxito todo el tiempo, pero es la capacidad de resistir o usar el fracaso lo que a menudo conduce a un mayor éxito”.
Cuando terminó de escribir el manuscrito del primer libro de la serie de Harry Potter, lo envió a doce editoriales, que lo rechazaron. Sin embargo, siguió insistiendo hasta que una editorial compró los derechos.
¿Qué hubiera pasado si J.K. Rowling hubiera desistido, desmoralizada por el rechazo? Su vida sería muy diferente y nosotros no podríamos disfrutar de sus historias.
Gestión del fracaso
El secreto para no “tirar la toalla” es reenfocar lo que nosotros percibimos como éxito y como fracaso y sacar enseñanzas prácticas. Por sobre todo, es importante trabajar en la tolerancia a la frustración y considerar cada fracaso como una oportunidad para reflexionar, aprender y fijar objetivos realistas.
La Dra. Carol Dweck desarrolló la teoría de la mentalidad de crecimiento, que sostiene que las personas que tienen esta forma de ver las cosas tienen mayores posibilidades de superar obstáculos porque saben que de los errores se aprende. Por otro lado, las personas con mentalidad fija tienden a evitar desafíos y se desaniman ante el fracaso.
El éxito no depende de nuestras habilidades y el talento que tengamos, sino del modo en que encaramos estos desafíos, ya sea con una mentalidad fija que nos ata o una de crecimiento, que nos ayuda a valorar lo que hacemos más allá del resultado y celebrar los intentos.
El diario del fracaso y otros enfoques
Algunos especialistas recomiendan llevar un registro de cada fracaso para poder analizar qué se hizo bien, qué se puede mejorar y cómo.
Por otro lado, la psicóloga estadounidense Catherine Boswell aconseja seguir ciertas pautas para evitar el miedo al fracaso y llevarlo de la mejor manera: analizar y comprender los sentimientos asociados a la sensación de fracaso. Aceptarlo para poder identificar miedos. Cuestionar los patrones de pensamiento negativo, cambiar el “no pude” negativo por “todavía no lo he logrado”. Examinar las causas del fracaso para corregir los errores o ir en otra dirección.
Otra técnica que se ha hecho popular en los últimos años es el mindfulness o atención plena. La práctica de mindfulness nos ayuda a comprender las dinámicas que nos llevaron a fracasar y así convertirlo en una oportunidad para crecer. Entre los beneficios de esta técnica se encuentran reducir el estrés y ansiedad, mejorar el bienestar emocional y el autoconocimiento y mejorar la gestión de las relaciones interpersonales.
El fracaso como camino al éxito
Además de la mencionada J.K Rowling, que tuvo que enfrentar muchas adversidades antes de alcanzar el éxito con sus libros, podemos citar varios ejemplos de personas o empresas que aprendieron de lo que consideraron un fracaso y lo convirtieron en un éxito.
A Thomas Edison de chico le decían que no era lo suficientemente inteligente para aprender y, además, lo echaron de varios trabajos. Sin embargo, buscó la manera de que su invento, la bombita de luz, funcionara. Una vez, dijo que no fracasó 10.000 veces, sino que encontró 10.000 maneras en las que no funcionó. Es una buena lección sobre cómo reenfocar el fracaso.
Soichiro Honda, fundador de la Honda Motor Company, tuvo una fábrica de pistones que se fundió al poco tiempo. Sin amilanarse, estudió ingeniería industrial, perfeccionó su producto y con su nueva empresa logró el éxito que tanto ansiaba.
Cometer errores es parte del aprendizaje de idiomas
Nadie aprende o perfecciona un idioma de un día para el otro. En el camino, siempre cometeremos errores y será la constancia nuestra mejor aliada para mantenernos motivados con los pequeños logros.
Aprender idiomas, como el inglés para negocios, presenta muchos desafíos que pueden llegar a obstaculizar el aprendizaje y vivirse como fracasos: la falta de motivación, el miedo a cometer errores y pasar vergüenza, no contar con los recursos adecuados o llevar práctica irregular son algunos de los ejemplos más frecuentes.
Pero la buena noticia es que las técnicas que mencionamos en este artículo pueden ser aplicadas a cualquier ámbito de tu vida: incluso en las clases de idiomas. ¿Cómo implementarlas? Proponer metas objetivas y alcanzables, analizar los errores y aceptarlos como parte del proceso, no dejarse invadir por la frustración, reformular los sentimientos negativos, y llevar un diario de aprendizaje donde volcar los logros y los errores para potenciar los resultados.